Cuando este texto sea publicado, se supone que debiéramos estar abordando la
primer cena en los confines del mundo, en una nueva reunión del encuentro proyectual
de la red nacional ADN, integrada por varias facultades de arquitectura y
urbanismo del país.
Supongo estaría por pedirse el primer brindis por concretar
un viejo anhelo, el de reconstruir esa distancia simbólica entre la Quiaca y
Ushuaia, los primeros dos destinos nada ingenuos elegidos por ADN, para de
alguna manera establecer la real dimensión del territorio objeto a reflexionar
por el programa en el tiempo.
Fascinados por el
marco extraordinario del encuentro, un clima de camaradería y entusiasmo
sobrevolaría las mesas, y un frio no habitual para la mayoría pero muy querible
ayudaría a unir literalmente a las delegaciones.
Hoy, estas imágenes son parte de una ficción, cercana,
creíble, casi comprobable, si no fuera porque un evento absolutamente
excepcional que las reales ficciones hubieran fechado 30 años en el futuro,
irrumpió dramática y aun inexplicablemente en nuestras vidas, y todos los
planes han volado por el aire, dejando en blanco todos los guiones, que aun los
mas audaces no saben como empezar a escribir.
EL premio consuelo en el desconcierto, es que deberemos
asumirnos como uno de los responsables de darle sentido y forma a ese nuevo escenario,
la gran disputa de una nueva era que anticipadamente, ya empezó.
Estas líneas buscan honrar de alguna manera, todo aquello
que se había concretado del encuentro, que nunca empezó, pero sí: a la ciudad
de Ushuaia y su intendente Walter Vuoto, que entre su reciente asunción y el
inicio de la gestión, rápidamente abrazo y apoyo la iniciativa; a la arquitecta
Valeria Trotelli, alma mater de la gestión del encuentro allí, lo que incluyo
barcos, micros, hospedajes, excursiones, conferencias e invitados...por nombrar
solo algunos aspectos de lo que implica organizar estos encuentros y su titánico
trabajo. Al CONICET, un vínculo de lujo del programa, y al CADIC, su delegación
allÍ en el sur, que nos alojaría, y nos sumaria conocimientos y especialistas
en el marco de las conferencias: a la arquitecta Josefina de Beauroyre y la Doctora
Arquitecta Ines Moisset, nuestros nexos con la institución CONICET, en una
relación que honra al Taller Nación y al programa ADN.
Y a una serie de amigos y colegas que fue fueron aportando
información, contactos y entusiasmo para que todo estuviera esta semana,
impecable, en nuestra primer jornada del encuentro.
Esta imagen que nos envía Valeria ayer, da cuenta del giro
dramático que esta película de ciencia ficción ha producido en nuestras agendas:
la hostería municipal, una de las sedes que alojaría parte de las delegaciones,
convertida en hospital de campaña, a la espera de posibles picos de contagio.
La isla, aislada y en cuarentena, debe, si quiere o necesita
conectarse por tierra con el resto del país, salir del país y volver a entrar,
lo que de hecho implica someterse a dos protocolos nacionales probablemente
diferentes ; a su de por sí ya excepcional relación vincular con la Nación, la
pandemia lleva a extremos insospechados el futuro devenir de esta porción de
nuestra tierra.
SI el ADN no pudo iniciar en sus términos habituales su
encuentro anual, es importante recordar y reforzar la idea de que se inicia
hoy, y con un nivel de compromiso absoluto, el tiempo de reflexión, estudio y
entendimiento de los escenarios que se avecinan, que en la proyección del
Taller y de ADN suponíamos como hipótesis de trabajo para 2050, para la época
que nuestros actuales estudiantes estuvieran al frente de las decisiones de lo
público, pero que dramáticamente se anticipa y nos encuentra con la guardia
baja, y con herramientas a medio construir.
Cuando denominamos a esta nueva edición de ADN, Encuentro en
el fin del mundo, jamás podíamos prever que no sería su dimensión geográfica lo
que le daría sentido a nuestro trabajo, sino su aspecto temporal, la dimensión de
época, de fin de ciclo, de salto a una nueva realidad aun difícil de abrazar.
El Fin del mundo tal lo conocimos.
Aún cuando la pandemia se controlara en un breve período de
tiempo, cosa que no parece probable, lo que viene queda hacia adelante, será
distinto a lo que fue nuestra normalidad, y va a requerir de mucha humildad y
aceptación de lo próximo, pero también de lucidez, compromiso y espíritu
innovador; en esto, la historia, y el
soporte natural ofrecen cantidad de inteligencias, que debemos estar prestos a
interpretar, porque en ese bagaje que dejamos olvidado en el pasado, disponemos
de buena parte de las pistas para abordar el futuro.
Abril 2020